"La arcilla fundamental de nuestra obra revolucionaria es la juventud"

Ernesto Guevara

lunes, 21 de marzo de 2011

Dictadura genocida, dictadura contrarrevolucionaria




No se puede comprender la última dictadura militar, sin analizar al menos el periodo anterior, que tuvo como hito fundamental el golpe de estado de 1966 que instauró la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse.
Esta dictadura proscribió a todos los partidos políticos, instalado un gobierno de carácter autoritario y que respondía a las grandes corporaciones transnacionales.
Este intento fue derrotado a causa de las intensas luchas obreras y populares que fueron creciendo desde el ’69 con las puebladas en toda la Argentina, con el Cordobazo y los Rosariazos como máximos exponentes. La irrupción de las organizaciones armadas como nueva forma de lucha, y su creciente popularidad en el conjunto de la población, obligó al partido militar a replegarse políticamente. Pero antes enviaron un mensaje al pueblo perpetrando como represalia por la fuga de militantes de la cárcel de Rawson, la masacre de 16 combatientes revolucionarios en la base militar en Trelew.
En 1973 se abrió un breve paréntesis constitucional con amplio protagonismo popular. La respuesta de las clases dominantes no se hizo esperar, ya que intentaron poner un límite a la movilización del pueblo a través de la violencia: masacre de Ezeiza, autogolpe al gobierno de Cámpora y aparición de fuerzas paraestatales, como las AAA y los Comandos Libertadores.
Sin embargo, el pueblo se mantuvo en la lucha a lo largo de este período, alcanzando uno de los puntos más elevados de su desarrollo con las coordinadoras obreras que organizaron las mayores huelgas de la historia argentina durante los meses de junio y julio de 1975. Estas jornadas masivas y contundentes demostraron que se estaba abriendo un proceso revolucionario a partir de un crecimiento de la conciencia del pueblo y sus organizaciones.
Frente al desafío del movimiento obrero y popular, las clases dominantes, a través del partido militar, instalaron a partir del 24 de marzo de 1976 la dictadura militar más sangrienta de la historia de nuestro país.

Una dictadura contrarrevolucionaria

El régimen que se acaba de establecer con el golpe militar de Videla no es provisorio. Es el tipo de gobierno definitivo que se dan las fuerzas burguesas-imperialistas para luchar contra las fuerzas revolucionarias argentinas.
Llenos de pánico por el vigoroso desarrollo revolucionario de la clase obrera y del pueblo argentino, por el crecimiento constante y acelerado de las organizaciones de vanguardia, por la amenaza real que ello representa para el régimen capitalista, el Partido Militar, como representante principal de los más grandes capitales extranjeros y nacionales, se ha decidido por la guerra total, por una prueba de fuerza definitiva.

Mario Roberto Santucho, 31 de marzo de 1976

Como bien señala Santucho (Secretario General del PRT y Comandante del ERP) a una semana del golpe, los objetivos de la dictadura quedaban claros considerando su programa, quiénes se beneficiaron y quiénes fueron perjudicados y perseguidos. Existen infinidad de hechos en que se puede ver la relación entre los empresarios y la dictadura. Fue el régimen de los grandes empresarios, aliados y socios de los intereses extranjeros que siempre saquearon a nuestros países. Fue el primer golpe de la historia que no se realizó invocando la Constitución. Las garantías constitucionales resultaban un obstáculo para aplicar su plan de guerra "sucia". No iban a respetar ningún convenio internacional ni principio ético. No debía haber límites para salvar al sistema capitalista... y no los hubo. No fue complicidad con las empresas capitalistas: fue su plan y su gobierno.
Pero además, la dictadura del 76 fue una dictadura terrorista y genocida porque así debía ser una dictadura contrarrevolucionaria. Tenía por objetivo primero y principal aplastar al movimiento obrero y revolucionario desarrollado en Argentina, que había crecido desde el Cordobazo.
El primer hecho distintivo del golpe fue que sus ejecutores, antes de tomar la Casa Rosada, antes de tomar las radios, las estaciones y los puertos y aeropuertos, se dirigieron a tomar las fábricas. El ejército se movilizó directamente a las grandes fábricas, las que estaban más organizadas, las que habían protagonizado las luchas más importantes. En los primeros días secuestraron a los activistas y desalojaron a los obreros y obreras y, cuando se reactivó la producción, durante varios días se tuvo que trabajar con un soldado junto a cada puesto de trabajo. Esto demostró claramente cuál era el enemigo principal del golpe militar del 24 de marzo de 1976.

Allanaron el camino

El carácter de dictadura contrarrevolucionaria, contra un pueblo claramente organizado, fue la necesidad principal del capitalismo en Argentina, que estaba fuertemente asediado. No se trataba sólo de salvar al sistema sino de ir por más: faltaba todavía mucho por saquear y expoliar a los países de América Latina y de buena parte del denominado tercer mundo.
Por ello no han revertido beneficios otorgados a los empresarios a costa de los trabajadores: reducción de los aportes para la jubilación, menos impuestos a las ganancias, facilidades para despedirnos, desregulación financiera, la deuda externa fraudulenta que seguimos pagando nosotros, etc. Si no terminamos con esto, el proceso de concentración de la riqueza continuará y seguiremos con ricos más ricos y pobres más pobres.
El terror y el miedo generalizado, la destrucción de las organizaciones del pueblo y el secuestro, asesinato y desaparición sistemática de sus máximos dirigentes, logró la disgregación y debilitamiento del campo popular y la clase trabajadora. Esto permitió, ya en democracia, la estocada final: la aplicación del programa económico de la última dictadura. Fueron décadas de vaciamiento del estado, de privatizaciones, de convertibilidad, que profundizaron la dependencia y generaron récords de desocupación y pobreza que alcanzaron casi al 50% de los argentinos.
Por ello la lucha que emprendieron nuestros compañeros por un sistema social más justo hoy está más vigente que nunca. El mejor homenaje que les podemos es recordarles en la acción cotidiana, rescatando la solidaridad, la consecuencia de lo que se dice con lo que se hace, la tenacidad, la responsabilidad de cumplir el compromiso con nuestro pueblo. Todo esto que jamás podrán desaparecer… Está en nosotros, en todo el pueblo, brindar el mayor acto de justicia para nuestros 30.000 héroes; el de un pueblo resuelto y organizado para ganar su última e irrenunciable independencia…
Porque ellos vivieron por eso, porque nosotros viviremos para ello, porque ellos lucharon por el socialismo.

Los juicios a los genocidas

Pero hubo un diciembre de 2001, que aunque encontró al pueblo aún sin reorganizarse, cambió diametralmente la realidad y el futuro del país. En esos días quedó en claro que, pese al retroceso en la conciencia verificado en los últimos 25 años, en el pueblo había comenzado a renacer la dignidad.
Luego de todos estos hechos, la clase dirigente comprendió que ya no podrían volver a la fiesta neoliberal ni contener el malestar popular sólo a través de la fuerza. Es por eso que tuvieron que apelar a un gobierno de nuevo tipo.
Entre los actos de gobierno más destacados del kirchnerismo, se señala una y otra vez la política de derechos humanos respecto de la última dictadura y la justicia que, tardíamente, está llegando para algunos de los autores materiales de ese proceso.
Enjuiciar a los militares no hubiera sido posible de no haberse sostenido la lucha por esta reivindicación durante más de 30 años por parte de sectores que se mantuvieron movilizados en reclamo de memoria, verdad y justicia. Esto es así ya que el sistema judicial argentino fue parte del aparato represivo, es el mismo que avaló el golpe, es la justicia de las clases dominantes, que defiende y está ligada a sus intereses.
Esta justicia no va a cambiar sino cambiamos el sistema que mantiene las desigualdades entre los dueños de los medios de producción y de la tierra, y quienes sólo tenemos nuestros brazos para sobrevivir.
Es esta justicia de los poderosos la que está juzgando a los genocidas de la última dictadura. Si bien apoyamos y acompañamos estos juicios, para nosotros, la justicia verdadera y definitiva es alcanzar el objetivo por el que lucharon nuestros compañeros y compañeras: una sociedad más justa, donde todos tengamos acceso a un trabajo, a una vivienda, a una educación y a una salud dignas, donde valga más la vida que la propiedad privada, donde los derechos de todos se cumplan efectivamente. En definitiva, el socialismo.
Por eso, debemos estar alertas y organizados, apoyando y luchando porque se avance con las causas, pero teniendo en claro que hay justicia contra los verdugos pero no contra las injusticias que generaron.
En ese sentido, también hay que luchar para que se comience a juzgar a quienes fueron los impulsores intelectuales y beneficiarios de la última dictadura: los grandes empresarios, fundamentalmente, que entregaron trabajadores y recibieron enormes dádivas del gobierno, como la estatización de sus deudas, que hoy reclama el Club de París.
Debemos acompañar a los y las testigos, víctimas y querellantes que llevan años reclamando justicia. Y no por una mera cuestión de reparación individual. Como pueblo exigimos la condena a quienes asesinaron, secuestraron, torturaron y desaparecieron a tantos compañeros/as, para sentar las bases de un verdadero nunca más represión de las luchas del pueblo y los trabajadores en nuestro país y nuestro continente. Pero fundamentalmente, debemos recuperar nuestra historia, la historia de las luchas populares, la de las organizaciones del pueblo que nos marcaron un camino a retomar: el de la segunda y definitiva independencia, el de un país mejor para todos/as, el de la patria socialista.


A 35 años del golpe, recordamos a nuestros compañeros caídos

Luis Pujals

Dirigente del PRT-ERP en Rosario, fue secuestrado el 17 de septiembre de 1971. Fue el primer desaparecido del PRT. El genocida Agustín Feced está sindicado como el principal responsable. Su cuerpo continúa desaparecido, y sus asesinos impunes.

A 40 años de su desaparición,
¡Hasta la victoria siempre!

Mario Roberto Santucho

Secretario General del Partido Revolucionario de los Trabajadores y Comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), asesinado y desaparecido por los militares el 19 de Julio de 1976.
Los restos de quien fuera el combatiente más buscado por las fuerzas represivas siguen sin encontrarse. Sabemos que su aparición sería fundamental para desentrañar una enorme madeja de ocultamientos que permitirían el encuentro de muchos más compañeros.

A 35 años de su asesinato,

¡Su ejemplo y su lucha viven en el pueblo!

jueves, 17 de marzo de 2011

Contra la intervención imperialista y junto a los pueblos rebeldes

La ola revolucionaria que avanza por el norte de África y los países árabes no deja dudas acerca de qué posición debíamos tomar todos aquellos que compartimos ideales en defensa de la humanidad y luchamos por el socialismo: incondicionalmente del lado de los rebeldes y el conjunto del pueblo en cada lugar y cada país donde, como reguero de pólvora, prende la rebelión. Desde que ésta se inició el imperialismo (fundamentalmente yanqui y europeo) viene maniobrando para resguardar a cada uno de sus gobernantes adeptos, al menos el tiempo necesario para poder reacomodar sus fuerzas y descomprimir la presión de la lucha popular para garantizar un nuevo gobierno aliado. Pero a pesar de sus artimañas y la desinformación que pretenden generar, no han podido impedir que esta ola revolucionaria en el mundo árabe detenga su andar.
Al iniciarse las rebeliones en Libia, el imperialismo optó por una táctica diferente: rápidamente inició los preparativos para intervenir militarmente en forma directa. ¿Por qué decidió hacerlo aquí y no en otros países? Porque lucha de los rebeldes libios también había tomado un carácter distinto a las anteriores: el de guerra civil abierta. Un sector importante del pueblo se ha alzado en armas contra el régimen corrupto y represivo de Gadafi, que a fuerza de metralla condiciona los planes para desviar la rebelión, como se ha hecho en otros países: quien triunfe en la guerra civil pondrá la dirección política, económica y militar que adoptará Libia en adelante. El ejemplo de la lucha del pueblo libio puede ser más peligroso aún que el de Egipto, por eso Fidel dice: “Vemos con claridad que la preocupación fundamental de Estados Unidos y la OTAN no es Libia, sino la ola revolucionaria desatada en el mundo árabe que desean impedir a cualquier precio”.
El gran problema para quienes estamos desde afuera intentando comprender lo que sucede y hacia donde va, con intención de posicionarnos y tomar alguna acción práctica, es poder reconocer las grandes contradicciones que operan en la composición de los oponentes y sus lineamientos políticos. El origen y las transformaciones en la dirección política y económica que Gadafi impulsó en Libia desde su llegada al poder son ya bastante conocidos, de la misma manera que su posterior ruptura con la tradición nasserista, sus alineamientos, grandes negocios y concesiones a potencias imperialistas luego de la caída de la URSS. Aún así, como dice Fidel, “A diferencia de lo que ocurre en Egipto y Túnez, Libia ocupa el primer lugar en el Índice de Desarrollo Humano de África y tiene la más alta esperanza de vida del Continente. La educación y la salud reciben especial atención del Estado. El nivel cultural de su población es sin dudas más alto. Sus problemas son de otro carácter. La población no carecía de alimentos y servicios sociales indispensables”. Gadafi es un aliado importante del imperialismo en la zona, pero mantiene ciertas contradicciones con éste, como es la mantención del petróleo (en grandes cantidades y de calidad) en manos del Estado que, a pesar de las grandes inversiones privadas en el sector, termina dándole en una significativa capacidad de estorbar a un régimen que le ha demostrado tanto amor como odio a las potencias europeas y a EE.UU. Estos factores son suficientes para que el imperialismo le haya reservado un garrote y se haya dispuesto a utilizarlo con una celeridad impensada en las anteriores rebeliones norafricanas.
Pero hay un problema más grande aún que motiva al imperialismo a intervenir directamente: las contradicciones en el bando rebelde. Si estos triunfan por las armas y sin la tutela de los norteamericanos y sus aliados, ¿hacia donde irán? Y si el imperialismo interviene, ¿es posible que se consume una revolución que verdaderamente tome el rumbo que el pueblo exige? En sendas declaraciones dirigentes de los rebeldes han dejado en claro que combatirían contra la OTAN y los norteamericanos si estos intervienen. Pero en otras piden su ayuda… La Unión Europea envió una misión a la ciudad de Benghazi, reconoció y apoyó la posición de los rebeldes. Francia -presidencia del G-8- reconoció como el legítimo representante del pueblo libio al Consejo Nacional Libio de Transición. ¿Por qué el imperialismo actúa así? Los rebeldes no son evidentemente un frente homogéneo, y no es claro aún su programa político. Para el imperialismo es urgente intervenir e impedir que esas contradicciones se resuelvan hacia la materialización de una verdadera revolución, y la intervención militar es el camino para poder tutelar los acontecimientos.
Por otra parte, potencias como China y Rusia se oponen a la intervención, pues una intervención militar estadounidense o por parte de la OTAN, debilitaría sus intereses y presencia en el norte africano y el mundo árabe.
Desde nuestro lugar, intentamos entender la realidad para operar sobre ella y aportar a su transformación revolucionaria. Por tanto pretendemos sacar conclusiones prácticas. En ese sentido, es más claro aún el aporte de Fidel respecto de este conflicto, planteando sistemáticamente la necesidad de crear una corriente contra informativa y de opinión a nivel mundial, cada uno con las fuerzas que cuenta, para rechazar masivamente la intervención de la OTAN. Nosotros adherimos a ésta convocatoria y destinamos nuestros esfuerzos en la lucha contra la intervención imperialista de la OTAN, para que el pueblo Libio pueda parir su propia revolución y evitar que el imperialismo corte de cuajo la ola revolucionaria abierta en el mundo árabe.
Venezuela hizo una propuesta de paz y unión para Libia, que nosotros apoyamos. Fue aprobada por el Consejo Político del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, integrada por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Dominica, Antigua y Barbuda, y San Vicente y las Granadinas, con Siria como estado asociado), y la propuesta consiste en crear una Comisión Internacional Humanitaria para la Paz e Integridad de Libia”. La propuesta pretende evitar toda la intervención extranjera y alcanzar un acuerdo pacífico entre ambas partes -leales y opositores-, que contemple los intereses de ambos sectores. El Canciller Libio autorizó a Venezuela a formar esa comisión de paz, y algunas potencias europeas (Reino Unido, España, Italia y Alemania) con diferentes niveles, ven con buenos ojos la propuesta latinoamericana, que también fue respaldada por sectores mayoritarios de la Unión Africana.
Es importante esta propuesta de Chávez, pues esta logrando dividir posiciones en el bando imperialista, entre China y Rusia, que no quieren la intervención, yanquis, Francia y otros que la desean ardientemente, y otras potencias que están en duda. Y es importante pues estamos convencidos que cada día que pasa sin la intervención abierta, es una victoria de los pueblos contra el imperialismo. Hoy más que nunca debemos iniciativa del ALBA, puesto que la desigualdad en las fuerzas militares amenaza con poner fin a la rebelión con un baño de sangre en las filas del pueblo.

El gobierno argentino se debe unir a éste reclamo contra la intervención de la OTAN y adherir a la propuesta del ALBA. El principal apoyo que podemos darle al pueblo libio es luchar por ello.
No hay posibilidad de que el pueblo libio triunfe (ni el resto de los países árabes) si no dirigimos todos nuestros esfuerzos para evitar una intervención abierta del imperialismo.

Juventud Guevarista de Argentina
16 de marzo de 2011