El Aborto en Argentina; por el cese de la criminalización de la pobreza. |
"La arcilla fundamental de nuestra obra revolucionaria es la juventud"
Ernesto Guevara
martes, 29 de noviembre de 2011
viernes, 25 de noviembre de 2011
ENTREVISTA AL POLITOLOGO ATILIO BORON
Artículo publicado en el Periódico de la CTA N° 81, correspondiente al mes de octubre de 2011.
Extraida de www.rebelion.org
Carlos Saglul (CTA)
Ex secretario del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Atilio Boron recibió en Cuba el Premio Internacional de la UNESCO José Martí 2009 por su infatigable contribución a la unidad e integración de los países de América Latina y el Caribe. Es profesor de Teoría Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Se desempeña como director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED) del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”. También es miembro del Comité Científico del Programa de Investigación Comparada sobre la Pobreza (CROP), que tiene su sede en Bergen (Noruega).
A través de sus artículos en diversos medios del continente, sus apariciones en la televisión de Cuba, Venezuela y todo el continente, Boron se transformó en un referente de amplios sectores, fundamentalmente juveniles, que lo siguen a través de sus blogs, sus direcciones en facebook y se comunican con él a través de los miles de correos electrónicos que recibe cada día. Defensor del reformismo a la manera de Rosa Luxemburgo, al que sabe diferenciar de lo que denomina “modernización conservadora”, Boron dio pie a una verdadera polémica cuando se preguntó, ¿de qué hablan quienes propician profundizar este modelo?
Humanizar al capitalismo parece cosa difícil si uno mira alrededor. De cualquier manera, si se analizan el discurso del oficialismo pareciera que “el modelo” es eso. ¿Qué es para usted “el modelo”?
Humanizar al capitalismo es más difícil que hallar la cuadratura del círculo. Un sistema económico y social que se construye a partir de la consideración de hombres, mujeres y naturaleza como simples mercancías capaces de producir más riqueza es absolutamente imposible de humanizar. Por otra parte, quienes hablan de "profundizar el modelo", ¿quieren “profundizar” también la Ley de Entidades Financieras de Videla y Martínez de Hoz; o la Carta Orgánica (ultraneoliberal) del Banco Central pergeñada por Domingo Cavallo, o la escandalosamente regresiva estructura tributaria que recauda impuestos a las "ganancias" entre los asalariados o castiga con un IVA brutal a los consumidores de bajos recursos mientras exime de imposiciones tributarias a la renta financiera o a la transferencia de activos de sociedades anónimas mientras subsidia a las grandes empresas y a los consumidores adinerados? ¿Quieren profundizar los efectos de esta incontenible fábrica de pobreza que es el "modelo" y la irritante desigualdad económica pese a elevadísimas tasas de crecimiento económico; o el trabajo "en negro" que afecta al 40 % de los trabajadores, incluso dentro del propio sector público; o la indiferencia ante los reclamos en contra de la minería a cielo abierto (¡y su escandalosa regalía del 3 % a boca de mina!), por la preservación de los glaciares y los bosques nativos, o por la devolución de las tierras a los pueblos originarios (caso Qom, en estos días)? ¿De verdad quieren profundizar todo esto, porque esto es el “modelo”?
De lo que se trata no es de profundizar el modelo sino de cambiarlo de una buena vez, sin arrojar por la borda todo lo actuado, preservando algunos aciertos (aún cuando insuficientes, como la asignación universal por hijo y la extensión de los beneficios jubilatorios) pero avanzando aceleradamente en una nueva dirección congruente con los imperativos de justicia y equidad sin los cuales cualquier democracia se convierte en una farsa y deviene en una plutocracia disfrazada.
¿Cuál es la línea que separa al reformismo de un sistema que, a la postre, no afecta la matriz neoliberal, por el contrario trata de perpetuarla maquillando sus efectos?
Yo creo que el reformismo es una política anticapitalista. Si algo se llama por ese nombre y fortalece al capitalismo, lo eficientiza o lo hace más digerible para las masas eso no es reformismo sino una modernización conservadora. No olvidar que como lo manifestara Rosa Luxemburgo tantas veces, hay un lazo entre reformas sociales y revolución. Lo que ocurre es que a las modernizaciones conservadoras se las llama reformistas, pero eso es un error. Las revoluciones no son acontecimientos que ocurren de la noche a la mañana. Suelen casi invariablemente comenzar como un proceso de reformas que, al calor de la lucha de clases, se radicaliza hasta desembocar en una verdadera revolución. El Movimiento 26 de Julio en Cuba siguió exactamente esa trayectoria. Y la revolución socialista en Rusia comenzó como un programa claramente reformista: “pan, tierra, paz”, que nada tenía que ver con el socialismo. Pero puso en marcha un proceso dialéctico que luego no se pudo detener y que culminó en la creación del primer Estado Obrero en la historia de la humanidad, más allá de las deformaciones que, lamentablemente, frustrarían su destino histórico en las décadas sucesivas.
Un dirigente social del interior nos preguntaba días atrás: “Los desocupados que reciben dos mil pesos por construir viviendas, los uniforman y deben ir puntualmente a todos los actos de la organización política que les dio trabajo y de esa forma dejan de figurar para el Ministerio de Trabajo como desocupados, ¿dejaron de ser pobres? ¿O son nuevos pobres? ¿Cómo lo caracteriza usted?
Siguen siendo pobres, y para colmo, atrapados en una red clientelística que impide su emancipación económica y social. Su ocupación actual es inestable y transitoria. Para atacar el problema de raíz tendrían que ser capacitados en las nuevas tecnologías que hoy imperan en el mundo de la producción y, por otro lado, formular y ejecutar un plan nacional de desarrollo en donde a partir del papel rector del Estado se establezcan prioridades en materia de inversión con miras puestas en la creación de empleos. No debe olvidarse que la dinámica propia del capitalismo actual tiende a la expulsión de la fuerza de trabajo. Si por el capital fuera una parte apreciable de la población mundial sería redundante, y la única política social válida sería practicar la “eutanasia de los pobres”. Por lo tanto, si el Estado no interviene con múltiples políticas activas, y lo hace eficientemente, esta tendencia profunda del capitalismo hará que se perpetúen la desocupación y la pobreza.
UNASUR y el ALBA son complementarios pero diferentes, especialmente cuando se habla de estrategia. ¿Cuáles son para usted los puntos en común de los dos líderes de los bloques Brasil y Venezuela?
Brasil todavía no se piensa como un líder de un bloque regional sino que lo hace en términos exclusivamente nacionales, procurando afianzar su propia proyección en América Latina y, en la medida de lo posible, en la arena internacional. Ni Lula ni Dilma parecen dispuestos a hacer lo que todo líder debe hacer: sacrificar en parte sus intereses egoístas para, a cambio, beneficiarse con la conducción de un bloque de países que potenciaría la gravitación internacional de Brasil y de América del Sur. Para esto se requiere una clara visión estratégica global y Brasil no la tiene. Por eso, por ejemplo, se niega a renegociar el leonino convenio brasileño-paraguayo de la represa de Itaipú (pese a un leve retoque hecho por Lula en los momentos finales de su mandato) o impone absurdas restricciones a la exportación uruguaya de arroz al Brasil (¿puede Uruguay exportar tanto arroz como para provocar esa reacción?). Venezuela, bajo el liderazgo de Chávez, tiene una visión acertada de la inserción de América Latina en el sistema mundial pero carece de las formidables potencialidades que tiene Brasil. Por eso el ingreso de Venezuela al Mercosur podría acercarnos a la síntesis que hace tanto tiempo estamos necesitando: la potencia y el empuje brasileños y la clarividencia estratégica de Chávez. Este, a diferencia de Brasil, no se equivoca en lo esencial: la caracterización del imperio y el papel de América Latina.
Venezuela tiene petróleo y según los norteamericanos también un “dictador”. Si no hay descontento popular real, cámaras y unos pocos extras logran milagros en estos tiempos. ¿Hay riesgo de un desembarco militar estadounidense directo en el continente?
Es una opción que Washington tiene en carpeta. Van a esperar la evolución de la enfermedad de Chávez y el veredicto popular en las próximas elecciones del 2012. Pero si ambas cosas se mueven en una dirección contraria a los intereses norteamericanos: si Chávez se cura del cáncer y gana las elecciones una aventura militar como la perpetrada en estos días en Libia no debería ser descartada. De hecho David Cameron, el premier británico, dijo recientemente que esa operación podría ser el modelo de futuras intervenciones militares destinadas a construir un mundo más seguro y confiable. Por eso la satanización de Chávez, acusado miserablemente de ser un protector de terroristas y narcotraficantes por el propio Departamento de Estado en sus informes anuales, debe ser entendida como el primer paso –preparatorio de la opinión pública- de una eventual operación militar destinada a remover por la fuerza el principal obstáculo que Estados Unidos encuentra en la región a la hora de recuperar su pérdida ascendencia.
Irán, Afganistán, Libia. La debilidad del capitalismo no calma su voracidad por el petróleo y el expansionismo militar. Menos poder económico, más impunidad, ¿es contradictorio?
No es contradictorio en absoluto. De hecho, la impunidad es requerida por -y refuerza al- poder económico. A medida que la gravitación económica de Estados Unidos se fue debilitando el proceso de militarización de la política exterior y el creciente control autoritario dentro del país (denunciado por infinidad de grupos y asociaciones norteamericanas preocupadas por esta involución en materia de derechos civiles y libertades fundamentales, especialmente luego del 11-S) creció inconteniblemente. El presupuesto militar de Estados Unidos, que hace apenas quince años equivalía al de los doce países que le seguían en ese rubro, hoy equivale al de la totalidad de las naciones del planeta. Se llegó a niveles monstruosos, porque al considerar todos los componentes del gasto militar (incluyendo la Administración de Veteranos, que se encarga de la atención médica y rehabilitación de los heridos) y los proyectos de “reconstrucción” de zonas destruidas por el poder militar yanky estamos hablando de una cifra que supera al millón de millones de dólares, algo considerado como una barrera infranqueable apenas cinco años atrás. En otras palabras: se pretende contrarrestar la declinación económica con un fenomenal fortalecimiento del poderío militar. Eso puede funcionar hasta cierto punto pero, ¿por cuánto tiempo?
El rol de Moreno Ocampo
En un momento de la entrevista le recordamos a Atilio Boron que durante el siglo pasado, una revista de actualidad traía la sección “Argentinos que triunfan por el mundo”. Y le apuntamos que de existir en estos días lo hubiera incluido al doctor Luis Moreno Ocampo quien ha tenido un papel activo en el Tribunal Penal Internacional.
¿Opina lo mismo?
Si, muy activo. Ahora quiere abrir una investigación sobre Kadafi y sus crímenes de guerra y sus violaciones a los derechos humanos. Pero habrá que ver si tiene la integridad moral y las agallas para hacer lo propio con los socios, cómplices y partícipes necesarios de los crímenes de Gadafi: George W. Bush y Tony Blair, tal cual surge de los documentos hallados en varias oficinas abandonadas del gobierno de Gadafi. Esos gobernantes conocían muy bien las atrocidades que cometía el líder libio y le enviaban prisioneros sospechosos de actividades terroristas para que los torturaran en Libia para arrancarles informaciones en su cruzada antiterrorista. Espero que Moreno Ocampo actúe en consecuencia e incluya en su investigación el siniestro papel de estos otros criminales, a quienes la prensa presenta como grandes defensores de la democracia, la libertad y los derechos humanos.
Carlos Saglul (CTA)
Ex secretario del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Atilio Boron recibió en Cuba el Premio Internacional de la UNESCO José Martí 2009 por su infatigable contribución a la unidad e integración de los países de América Latina y el Caribe. Es profesor de Teoría Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Se desempeña como director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED) del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”. También es miembro del Comité Científico del Programa de Investigación Comparada sobre la Pobreza (CROP), que tiene su sede en Bergen (Noruega).
A través de sus artículos en diversos medios del continente, sus apariciones en la televisión de Cuba, Venezuela y todo el continente, Boron se transformó en un referente de amplios sectores, fundamentalmente juveniles, que lo siguen a través de sus blogs, sus direcciones en facebook y se comunican con él a través de los miles de correos electrónicos que recibe cada día. Defensor del reformismo a la manera de Rosa Luxemburgo, al que sabe diferenciar de lo que denomina “modernización conservadora”, Boron dio pie a una verdadera polémica cuando se preguntó, ¿de qué hablan quienes propician profundizar este modelo?
Humanizar al capitalismo parece cosa difícil si uno mira alrededor. De cualquier manera, si se analizan el discurso del oficialismo pareciera que “el modelo” es eso. ¿Qué es para usted “el modelo”?
Humanizar al capitalismo es más difícil que hallar la cuadratura del círculo. Un sistema económico y social que se construye a partir de la consideración de hombres, mujeres y naturaleza como simples mercancías capaces de producir más riqueza es absolutamente imposible de humanizar. Por otra parte, quienes hablan de "profundizar el modelo", ¿quieren “profundizar” también la Ley de Entidades Financieras de Videla y Martínez de Hoz; o la Carta Orgánica (ultraneoliberal) del Banco Central pergeñada por Domingo Cavallo, o la escandalosamente regresiva estructura tributaria que recauda impuestos a las "ganancias" entre los asalariados o castiga con un IVA brutal a los consumidores de bajos recursos mientras exime de imposiciones tributarias a la renta financiera o a la transferencia de activos de sociedades anónimas mientras subsidia a las grandes empresas y a los consumidores adinerados? ¿Quieren profundizar los efectos de esta incontenible fábrica de pobreza que es el "modelo" y la irritante desigualdad económica pese a elevadísimas tasas de crecimiento económico; o el trabajo "en negro" que afecta al 40 % de los trabajadores, incluso dentro del propio sector público; o la indiferencia ante los reclamos en contra de la minería a cielo abierto (¡y su escandalosa regalía del 3 % a boca de mina!), por la preservación de los glaciares y los bosques nativos, o por la devolución de las tierras a los pueblos originarios (caso Qom, en estos días)? ¿De verdad quieren profundizar todo esto, porque esto es el “modelo”?
De lo que se trata no es de profundizar el modelo sino de cambiarlo de una buena vez, sin arrojar por la borda todo lo actuado, preservando algunos aciertos (aún cuando insuficientes, como la asignación universal por hijo y la extensión de los beneficios jubilatorios) pero avanzando aceleradamente en una nueva dirección congruente con los imperativos de justicia y equidad sin los cuales cualquier democracia se convierte en una farsa y deviene en una plutocracia disfrazada.
¿Cuál es la línea que separa al reformismo de un sistema que, a la postre, no afecta la matriz neoliberal, por el contrario trata de perpetuarla maquillando sus efectos?
Yo creo que el reformismo es una política anticapitalista. Si algo se llama por ese nombre y fortalece al capitalismo, lo eficientiza o lo hace más digerible para las masas eso no es reformismo sino una modernización conservadora. No olvidar que como lo manifestara Rosa Luxemburgo tantas veces, hay un lazo entre reformas sociales y revolución. Lo que ocurre es que a las modernizaciones conservadoras se las llama reformistas, pero eso es un error. Las revoluciones no son acontecimientos que ocurren de la noche a la mañana. Suelen casi invariablemente comenzar como un proceso de reformas que, al calor de la lucha de clases, se radicaliza hasta desembocar en una verdadera revolución. El Movimiento 26 de Julio en Cuba siguió exactamente esa trayectoria. Y la revolución socialista en Rusia comenzó como un programa claramente reformista: “pan, tierra, paz”, que nada tenía que ver con el socialismo. Pero puso en marcha un proceso dialéctico que luego no se pudo detener y que culminó en la creación del primer Estado Obrero en la historia de la humanidad, más allá de las deformaciones que, lamentablemente, frustrarían su destino histórico en las décadas sucesivas.
Un dirigente social del interior nos preguntaba días atrás: “Los desocupados que reciben dos mil pesos por construir viviendas, los uniforman y deben ir puntualmente a todos los actos de la organización política que les dio trabajo y de esa forma dejan de figurar para el Ministerio de Trabajo como desocupados, ¿dejaron de ser pobres? ¿O son nuevos pobres? ¿Cómo lo caracteriza usted?
Siguen siendo pobres, y para colmo, atrapados en una red clientelística que impide su emancipación económica y social. Su ocupación actual es inestable y transitoria. Para atacar el problema de raíz tendrían que ser capacitados en las nuevas tecnologías que hoy imperan en el mundo de la producción y, por otro lado, formular y ejecutar un plan nacional de desarrollo en donde a partir del papel rector del Estado se establezcan prioridades en materia de inversión con miras puestas en la creación de empleos. No debe olvidarse que la dinámica propia del capitalismo actual tiende a la expulsión de la fuerza de trabajo. Si por el capital fuera una parte apreciable de la población mundial sería redundante, y la única política social válida sería practicar la “eutanasia de los pobres”. Por lo tanto, si el Estado no interviene con múltiples políticas activas, y lo hace eficientemente, esta tendencia profunda del capitalismo hará que se perpetúen la desocupación y la pobreza.
UNASUR y el ALBA son complementarios pero diferentes, especialmente cuando se habla de estrategia. ¿Cuáles son para usted los puntos en común de los dos líderes de los bloques Brasil y Venezuela?
Brasil todavía no se piensa como un líder de un bloque regional sino que lo hace en términos exclusivamente nacionales, procurando afianzar su propia proyección en América Latina y, en la medida de lo posible, en la arena internacional. Ni Lula ni Dilma parecen dispuestos a hacer lo que todo líder debe hacer: sacrificar en parte sus intereses egoístas para, a cambio, beneficiarse con la conducción de un bloque de países que potenciaría la gravitación internacional de Brasil y de América del Sur. Para esto se requiere una clara visión estratégica global y Brasil no la tiene. Por eso, por ejemplo, se niega a renegociar el leonino convenio brasileño-paraguayo de la represa de Itaipú (pese a un leve retoque hecho por Lula en los momentos finales de su mandato) o impone absurdas restricciones a la exportación uruguaya de arroz al Brasil (¿puede Uruguay exportar tanto arroz como para provocar esa reacción?). Venezuela, bajo el liderazgo de Chávez, tiene una visión acertada de la inserción de América Latina en el sistema mundial pero carece de las formidables potencialidades que tiene Brasil. Por eso el ingreso de Venezuela al Mercosur podría acercarnos a la síntesis que hace tanto tiempo estamos necesitando: la potencia y el empuje brasileños y la clarividencia estratégica de Chávez. Este, a diferencia de Brasil, no se equivoca en lo esencial: la caracterización del imperio y el papel de América Latina.
Venezuela tiene petróleo y según los norteamericanos también un “dictador”. Si no hay descontento popular real, cámaras y unos pocos extras logran milagros en estos tiempos. ¿Hay riesgo de un desembarco militar estadounidense directo en el continente?
Es una opción que Washington tiene en carpeta. Van a esperar la evolución de la enfermedad de Chávez y el veredicto popular en las próximas elecciones del 2012. Pero si ambas cosas se mueven en una dirección contraria a los intereses norteamericanos: si Chávez se cura del cáncer y gana las elecciones una aventura militar como la perpetrada en estos días en Libia no debería ser descartada. De hecho David Cameron, el premier británico, dijo recientemente que esa operación podría ser el modelo de futuras intervenciones militares destinadas a construir un mundo más seguro y confiable. Por eso la satanización de Chávez, acusado miserablemente de ser un protector de terroristas y narcotraficantes por el propio Departamento de Estado en sus informes anuales, debe ser entendida como el primer paso –preparatorio de la opinión pública- de una eventual operación militar destinada a remover por la fuerza el principal obstáculo que Estados Unidos encuentra en la región a la hora de recuperar su pérdida ascendencia.
Irán, Afganistán, Libia. La debilidad del capitalismo no calma su voracidad por el petróleo y el expansionismo militar. Menos poder económico, más impunidad, ¿es contradictorio?
No es contradictorio en absoluto. De hecho, la impunidad es requerida por -y refuerza al- poder económico. A medida que la gravitación económica de Estados Unidos se fue debilitando el proceso de militarización de la política exterior y el creciente control autoritario dentro del país (denunciado por infinidad de grupos y asociaciones norteamericanas preocupadas por esta involución en materia de derechos civiles y libertades fundamentales, especialmente luego del 11-S) creció inconteniblemente. El presupuesto militar de Estados Unidos, que hace apenas quince años equivalía al de los doce países que le seguían en ese rubro, hoy equivale al de la totalidad de las naciones del planeta. Se llegó a niveles monstruosos, porque al considerar todos los componentes del gasto militar (incluyendo la Administración de Veteranos, que se encarga de la atención médica y rehabilitación de los heridos) y los proyectos de “reconstrucción” de zonas destruidas por el poder militar yanky estamos hablando de una cifra que supera al millón de millones de dólares, algo considerado como una barrera infranqueable apenas cinco años atrás. En otras palabras: se pretende contrarrestar la declinación económica con un fenomenal fortalecimiento del poderío militar. Eso puede funcionar hasta cierto punto pero, ¿por cuánto tiempo?
El rol de Moreno Ocampo
En un momento de la entrevista le recordamos a Atilio Boron que durante el siglo pasado, una revista de actualidad traía la sección “Argentinos que triunfan por el mundo”. Y le apuntamos que de existir en estos días lo hubiera incluido al doctor Luis Moreno Ocampo quien ha tenido un papel activo en el Tribunal Penal Internacional.
¿Opina lo mismo?
Si, muy activo. Ahora quiere abrir una investigación sobre Kadafi y sus crímenes de guerra y sus violaciones a los derechos humanos. Pero habrá que ver si tiene la integridad moral y las agallas para hacer lo propio con los socios, cómplices y partícipes necesarios de los crímenes de Gadafi: George W. Bush y Tony Blair, tal cual surge de los documentos hallados en varias oficinas abandonadas del gobierno de Gadafi. Esos gobernantes conocían muy bien las atrocidades que cometía el líder libio y le enviaban prisioneros sospechosos de actividades terroristas para que los torturaran en Libia para arrancarles informaciones en su cruzada antiterrorista. Espero que Moreno Ocampo actúe en consecuencia e incluya en su investigación el siniestro papel de estos otros criminales, a quienes la prensa presenta como grandes defensores de la democracia, la libertad y los derechos humanos.
jueves, 24 de noviembre de 2011
¿Hacia una Europa de dos categorías?
Escrito por Eduardo Lucita
Martes, 22 de Noviembre de 2011 14:02
La crisis de estos días no es más que el resultado del salvataje que los Estados hicieran en 2008/2009, cuando el endeudamiento público reemplazó al privado. Por lo tanto se trata ahora de una deuda de Estados soberanos que en rigor han perdido su soberanía monetaria prisioneros del cerrojo del euro y de la supervisión de la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) sobre sus cuentas fiscales.
Cumbres y más cumbres
La incertidumbre recorre en estos tiempos la Unión Europea (UE) y es acerca de si las cumbres regionales, que se suceden continuamente, obtendrán finalmente algún resultado efectivo para resolver la crisis. Sin embargo hay una certeza, un acuerdo es seguro: que habrá nuevas cumbres. Es que la UE parece estar subida a un tren fantasma, uno de esos entretenimientos que suele haber en los parques de diversiones en los que ingresado al túnel y superado el primer monstruo, cuando uno comienza a respirar hondo aparece otro y luego otro que imponen más temor. Esto es lo que pasa en estas cumbres, los acuerdos que se alcanzan son de cortísimo plazo y difíciles de consensuar (algunos no se logran aplicar nunca o solo con demoras). Primero tienen que ponerse de acuerdo Alemania y Francia, los líderes, luego este acuerdo debe extenderse a los otros 15 países de la zona euro, cuando finalmente estos los aprueban debe lograrse el consenso de los otros diez países que en conjunto con los anteriores conforman la UE, caso contrario volver a empezar.
Para colmo varios de los principales países -España, Francia, Alemania- están en períodos preelectorales y esto juega en la morosidad de las decisiones y en su aplicación pues muchas de ellas, sino la mayoría, son decididamente impolíticas. Así las cosas son los banqueros y los organismos financieros supranacionales, los que llevaron a la crisis, los que realmente dirigen el proceso para salir de ella.
Ajustes al por mayor
Todos los planes que se presentan para rescatar al euro de la catástrofe y a los países de su endeudamiento están preñados de neoliberalismo. No son otra cosa que planes para salvar a los bancos.
Un principio de solución a la crisis de la deuda por esta vía solo sería factible con una quita no menor al 80 por ciento de la misma, pero esto llevaría a una quiebra bancaria en cadena, porque los bancos tienen en su poder la mayoría de los bonos de deuda emitidos por los Estados europeos. El temor a la “solución islandesa”, un referéndum popular que resolvió el no pago de la deuda, se hizo patente cuando el primer ministro griego, ahora renunciado, apenas insinuó un referéndum similar. Insinuación que hizo cundir el pánico y que bajo la presión de otros gobiernos y los organismos internacionales duró lo que un suspiro. La respuesta es esta suerte de golpe de estado financiero por parte de los rentistas que vulnera el régimen democrático e impone condiciones y soluciones que solo responden a los intereses del capital sin permitir que los ciudadanos decidan democráticamente sobre su futuro.
El reconocido economista francés Michel Husson resume en forma por demás clara el meollo de la crisis: “...el capitalismo se ha reproducido en los últimos decenios acumulando una montaña de deudas. Para evitar el hundimiento del sistema los Estados han asumido lo esencial de estas deudas, que de privadas han pasado a ser públicas. Su proyecto es ahora presentar la factura a los ciudadanos bajo la forma de recortes presupuestarios, de aumento de los impuestos más injustos y de congelación de los salarios. En resumen, la mayoría de la población (trabajadores y jubilados) debe asegurar la realización de beneficios ficticios acumulados durante años.”
La contrapartida de los salvatajes no es otra que los planes de ajuste y austeridad, cuya profundidad y combinación regional es inédita e inevitablemente hará recaer en la recesión a toda la región. Así lo advirtió la Comisión Europea en su último informe económico señalando, sobre la base de estimaciones de un pobrísimo crecimiento de los principales países para el año próximo, de caer en “...una profunda y prolongada recesión”. Por su parte la titular del FMI, Christien Lagarde, preocupada por el impacto mundial no se quedó atrás: “La economía esta ingresando en una fase peligrosa e incierta con riesgos de un colapso de la demanda global”.
Fragmentación de la Europa del capital
El desenvolvimiento de la crisis, la impotencia de los Estados para contenerla y la desorientación que muestran sus principales dirigentes no ha hecho otra cosa que alimentar lo que se conoce como euroescepticismo. Cada vez son más quienes piensan que el reinado del euro está concluido y que la integración, proceso que ya lleva más de seis décadas, está en serio riesgo. La propia canciller alemana, Angela Merkel, no ha vacilado en caracterizar la coyuntura como “...la hora más difícil para Europa”.
Los problemas de la UE no son nuevos y son de carácter estructural pero ha sido la crisis griega la que los ha disparado. Las asimetrías económicas no han logrado superarse, los diferenciales de productividad entre los distintos países se han acentuado y la brecha entre las tasas de crecimiento ha aumentado. En este contexto, la diferenciación entre grupos de países en cada vez mayor. Hay una Europa de dos velocidades y países de diferentes categorías.
Los trascendidos hablan de un primer grupo de países -Alemania, Francia Holanda, Austria- que tienen superávit comercial y déficit manejables y que estarían en condiciones de gestionar más armónicamente sus economías y un manejo financiero común, constituyendo una suerte de Confederación de Estados con un euro fuerte. Otro grupo de países estaría compuesto por los restantes integrantes de la eurozona -Grecia, Portugal, Irlanda, Italia entre otros- que tienen fuertes déficits comerciales y fiscales que operarían con un euro devaluado. Nadie sabe aún en cual de estos grupos se incorporarían Bélgica y España.
Por último un tercer grupo integrado por los países fuera del euro: Reino Unido, Suecia, Dinamarca y los países del Este.
La tan mentada “Europa de la integración solidaria” quedaría así hecha añicos y emergería con fuerza la Europa de los países potentes, de la integración sobre la base de la riqueza y del mercantilismo más acentuado. La Europa del Norte que le soltaría la mano a la del sur.
La Europa social
La desocupación creciente, la flexibilización y la precarización laboral, las desigualdades sociales y la desarticulación de los últimos restos del Estado del Bienestar se manifiestan en Europa desde hace años pero la crisis los ha acentuado y los planes de ajuste y austeridad fiscal los profundizarán aún más.
La crisis se ha llevado puestos ya varios gobiernos europeos -siete en los últimos dos años- y los relevos tienen una fuerte influencia de economistas tecnócratas, como ya se ve en Italia y Grecia, nada bueno puede esperase. Crecen las opciones de derecha y los sectores más racistas, mientras que los indignados se mantienen y en algunos casos se han extendido y se está pendiente de la reacción, más que demorada, de los sindicatos.
Cuando se escuchan distintas opiniones que equiparan la crisis europea actual, particularmente la griega, con la Argentina del 2000, convendría recordar, justo cuando están por cumplirse diez años de las jornadas de diciembre del 2001, que lo que puso límites a los planes de ajuste en nuestro país, al pago de la deuda, a la degradación social y la debacle nacional no fueron medidas tecnocráticas ni neoliberales, como las que se implementan ahora en Europa, sino la revuelta plebeya. Si se quiere ponerlo en términos actuales, fue la indignación argentina. Verdadero anticipo de lo sucedido en Islandia y de los actuales indignados europeos.
Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI - Economistas de izquierda.
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